jueves, 11 de septiembre de 2008
Dangerous sports
El sábado 9 fui con Noemi, Chris y Miguel a patinar sobre hielo al Murrayfield ice rink. Hay que tener en consideracion que mi habilidad psicomotriz es bastante limitada (creo que de forma proporcional al paso de los anhos, "a mas mayor mas torpe").
Se trataba de un pabellon donde juega el equipo de hockey-hielo local junto al famoso estadio de Murrayfield (donde juega Escocia al rugby, si no me equivoco). Era la primera vez que me ponia unos patines de hielo, y en verdad a Dios pongo por testigo que va a ser la ultima. Tal es la conclusion a la que llegue la septima vez que cai sobre el cachete derecho sobre la pista, bajo la atenta mirada de los adolescentes que veían a un tio mayorcerte y con pinta de no ser de aquí resbalar una y otra vez (a pesar deno soltarse de la barra latera l) e irse al suelo. Han sido necesarios 5'50 pounds y dos horas de torpeza para confirmarme en mi afición por los juegos de tablero de mesa.
Afortunadamente, no hay fotos.
Hace poco subí al Arthur's Seat, la colina de unos 210 mts. de altura (si no recuerdo mal) que se encuentra al oeste de la ciudad, sobre el parque de Holyrood, al final de la Royal Mile.
La subida no implica tener que hacer escalada, la mayor parte del trecho es sólo subida algo empinada, pero sin más. El problema viene al llegar a la cima, que un trecho muy rocoso; había llovido había hacía poco, y las rocas estaban muy húmedas, con lo que era fácil perder pie. Eso me hizo en un momento mirar abajo: las vistas de la ciudad son espectaculares (se ve todo Edimburgo, el puerto de Leith, la colina de North Berwick -que está un rato lejos- e incluso al noreste la isla de Crammond y el puente que cruza el Firth of Forth en dirección a Perth), pero lo que te pone las gónadas de pajarita es la caída que hay recta hasta la base del parque. Esa vista me hizo preguntarme: ¿qué necesidad tengo yo de subir? ¿a mi quién me manda meterme en esto?
A pesar de las dudas, seguí subiendo apoyándome de roca en roca y llegué a la cima,lo que me llenó de alegría y orgullo, que desaparecieron cuando poco después demí llegó un tío que habían subido con chanclas y hasta una abuela con su nieta. Eso me permitió descubrir que había un camino más o menos suave, y que yo estaba haciendo el idiota subiendo innecesariamente por las rocas. De todas formas, fue una buena prueba, y las vistas en verdad merecen la pena.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario