martes, 1 de noviembre de 2011
Absolución de los pecados y lomo al ajillo
Pasadas las fechas en que se rememora esa castiza y muy nuestra festividad del Halloween, me he autoimpuesto la obligación de escribir cada día y dedicar un mínimo de tiempo a ello, no tanto por un afán de protagonismo o por llamar la atención, sino para pulir la expresión escrita fuera de contratos y demandas varias, como la interpuesta contra Lapices Alpino por la destrucción integral del Amazonas y parte de la Sierra de Güejar.
Así, mientras emgullía un lomo al ajillo en la proverbial y nunca-suficientemente-ponderada tasca de Manolo, llegué a la conclusión que el único acto redentor del hombre es entregarse a su prójimo por medio de la expresión artística, canalizada en este caso por la expresión literaria; sólo así, se puede conseguir la íntima unión entre dos almas y sus consustanciales ideas.
Aunque, bien pensado, otro posible medio para entregarte a tu prójimo es devorar su cerebro, pues es tal una forma bien directa de asumir su espíritu y aprehender sus opiniones (y de paso sus nutrientes).
Por tanto, amigos zombis o humanos en fase de persecución por los no-vivos, unámonos todos en íntima comunión y ayuntamiento carnal y espiritual para una mayor cohesión grupal, y por ende, gastronómica.
Que el zombi de San Rod Stewart os proteja.
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