Mirar el arcoiris, sonreirse ante la risa inocente de un niño o cantarle a la belleza de las flores, por muy ñoño que todo ello resulte, y aunque no haya llovido en seis meses, el niño en cuestión esté berreando a moco tendido y las flores estén mustias, o por muy alérgico que sea uno.
Ante el desbarajuste del día a día, sólo queda encerrarse en un museo a puerta cerrada, y secuestrar al espíritu de Van Gogh pistola en mano, para mirar durante horas y horas y horas un cuadro, hasta agotarlo, hasta beber exhausto de sus líneas todo el óleo y toda la hermosura que contiene.
Y entonces, saciado, una vez cometido el crimen y vacío el lienzo, entregarse al vilgilante del museo, a la policía, al FBI, a la NASA o a quien se tercie, y volver a la condena de la rutina diraria.
Y esperar a que vuelva a llover, a que el niño vuelva a reír, y a que las flores vuelvan a florecer.
Que San Rod Stewart os bendiga.
1 comentario:
Los niños rieron con sus regalos en Navidad, no sólo llovió, hasta nevó, y los almendros ya están en flor...así que las comas se cansaron de ser suspensivas y decidieron ser punto ¿y seguido? (para que sigas escribiendo)
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