sábado, 6 de diciembre de 2008

GRANDES INVENTOS DE LA HUMANIDAD nunca suficientemente ponderados- CAPITULO II


Ha llegado la hora.



Es necesario que las nuevas generaciones sepan la verdad, que nuestros hijos (tanto los que hemos acunado en nuestro regazo como aquéllos en cuya generación intervenimos pero que, ignorados por sus padres, han crecido al calor de un orfanato polaco) conozcan la realidad de las cosas, y que en libertad y sabiduría, puedan donar a su futura y respectiva prole esta lección sobre uno de los grandes misterios de la humanidad.


Es el momento de saber cómo se hacen



LOS CLIPS

La creencia popular es que este pequeño y rudimentario objeto se compone de alambre y se fabrica en una máquina que le da su composición final, configurando un producto de uso extendido entre estudiantes como sujección de sus apuntes, entre oficinistas como pisacorbatas, y entre camioneros como palillo de dientes.


Pobres inocentes... nada más lejos de la realidad...


Científicos de la prestigiosa Universidad de Guardapolvos de la Marquesa han conseguido acreditar que este diminuto objeto en realidad guarda ocultos un origen y un destino hasta ahora indescifrable, y que ya eminentes estudiosos apuntaron en su día.


En efecto, frente a la versión que había dado el Concilio de Trento de que los clips [clipis-clipis, según su original declinación latina] nacían naturalmente en los árboles desde los tiempos del Edén, el prestigioso astrónomo y creador del kit "Astronova" de Juguetes Mediterráneo Galileo Galilei consiguió demostrar que era un objeto creado por el hombre con fines ciertamente oscuros, lo que le valió una terrorífica persecución por parte de la Inquisición.


!suppuor si duobla! (y sin embargo se dobla...) consiguió decir entre dientes el astrónomo ante el tribunal eclesiástico que le juzgaba por su terrible herejía, después de verse obligado a abjurar de sus teorías para no sufrir la tortura de ser quemado en la hoguera o, mucho peor, ver todas las películas de Lina Morgan.

En tiempos más recientes, los aliados consiguieron averiguar tras la Invasión de Normandía que en una pequeña cámara acorazada de Charleroi se escondía el secreto del poderío nazi: los esbirros de Hitler habían averiguado que los clips son la llave para una puerta a otra dimensión fantástica, un mundo ajeno y lejano en el que el hombre es inmortal, la tierra es siempre fértil, los pelos del sobaco huelen a azahar y los semáforos están siempre verdes.




Las hordas nazis rindieron ferviente culto al clip hasta que lo sustituyeron por la esvástica, que consumía menos tinta negra.

Tras la derrota de la Alemania nazi, los más grandes líderes de los pueblos de la tierra (Roosevelt, Stalin, Churchill y Don Santiago Bernabeu) pactaron mantener en secreto el inconcebible poder de este objeto, camuflándolo como un simple útil de papelería. Es así como ha llegado hasta nuestros días, perdido para siempre su poder, ignorada su trascendencia hasta el olvido.


Pero una nueva potencia, conocedora de los designios que en su pequeñez guarda este artilugio, se ha hecho con sus secretos a despecho de un occidente que vive embriagado en la decadente lujuria del modernismo. China promueve la producción de clips en masa, sin que los escolares del resto del mundo sepan que habrán de quedar cautivados por la atracción que en sí guardan los clips, convirtiéndose en gregarios del imperio de los hombres bajitos de ojos rasgados.


Millones de chinos trabajan en fábricas ultra-secretas donde, con la sola habilidad de sus manos y esa pericia única que contienen sus dedos -arte que han ganado comiendo tantos años el arroz a puñados-, se dedican afanosamente a doblar trozos inertes de inocente alambre hasta convertirlos en inofensivos clips, burda apariencia tras la que se esconden poderosos artilugios para subyugar masas inermes.



Nuestros reporteros gráficos han hallado en Benidorm la prueba definitiva.

Así pues, hemos de prevenir que las futuras generaciones se dejen embaucar por un instrumento tan aparentemente inofensivo, y que tras de sí atesora tal poder de devastación y macabra espiritualidad. Peguemos nuestros papeles con las castizas grapas, haciendo muchos dobladillos, o como se ha hecho toda la vida, con mocos.


Que San Rod Stewart os bendiga a todos.